Con el éxito alcanzado, los años siguientes sólo se le dieron retoques al modelo presentado, algunos de ellos con extraordinarios resultados. Los cambios más radicales en cuanto a las dimensiones se le dio en 1967, con la consigna de alojar un motor más grande y potente, probablemente debido a la presencia de un nuevo rival: el Chevrolet Camaro. Nació el GT500, que sería el Mustang más significativo de los siguientes años.
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